♥ La mujer cristiana en el hogar ultima parte


Aqui les dejo amigas la ultima parte de este tema, espero les haya gustado y les haya sido de edificación, inspiración y de provecho a sus vidas, como mujeres, esposas, madres, y sobre todo como hijas de Dios.





LA MUJER Y SU CASA

La Palabra de Dios nos habla de que las mujeres deben ser “cuidadosas de su casa” (Tito 2:4-5), pero en el original se puede traducir como “amadoras del hogar”. La mujer no solo vive en una casa con su familia, la mujer “hace hogar”. Podemos tener la idea de que las cosas de la casa no tienen nada que ver con la fe, pero es en el marco hogareño donde ocurren las relaciones verdaderamente espirituales en la vida. La influencia más duradera en la vida de las futuras generaciones procede del hogar y de las madres. En Proverbios dice que la mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba (Proverbios 14:1).


Nuestro hogar debería ser:

1. Un hogar placentero. Un hogar placentero debería estar lleno de alegría y hermosura, la hermosura de la santidad. Nuestro hogar debe reflejar la bondad y la gloria de Dios. Hay casas que por fuera son hermosas, pero están llenas de personas infelices ¿es tu hogar un lugar agradable para la familia? ¿hay un ambiente de paz? ¿o por el contrario hay peleas, reproches, críticas, irritabilidad etc.? Debemos comprender que las mujeres ejercemos un gran impacto sobre nuestros hogares para bien o para mal (Proverbios 15:16-17; 21:19):”Mejor es lo poco con el temor de Jehová, que el gran tesoro donde hay turbación. Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de buey engordado donde hay odio” “Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda”. La mayor parte de las disputas o riñas son fruto de la amargura y de un espíritu crítico. Cuando va gente a tu casa ¿se sienten a gusto, relajados, confortados o por el contrario, están deseando de irse?


2. Un hogar limpio y ordenado. Un hogar limpio y ordenado desde luego contribuye a una vida agradable. Nos encanta ver la ropa planchada y colgada en el armario. Pero un hogar limpio en exceso de meticulosidad no es placentero. Si entras y parece que no puedes pisar o tocar nada, está bien lejos de ser un lugar relajante y en el que se pueda disfrutar. Los hogares no son museos, sino que son para disfrutarlos. No hagas de la limpieza una tortura para la familia.


A las mujeres nos encantan las plantas y las flores. Disfrutamos cuando vemos la mesa bien puesta, y cuando vemos a nuestra familia o amigos comer con gusto lo que hemos cocinado. Nos encanta conversar y sentarnos con alguna amiga o amigas con una buena taza de café.

Tal vez te acuerdas de aquellos tiempos en que tu madre hacía pan casero ¡qué olor tan bueno llenaba la cocina y toda la casa! Hoy día la gente lo prefiere hecho en fábrica o congelado. Hasta no hace mucho tiempo casi todo era casero, se cosía la ropa en casa, se hacían comidas caseras y no precocinadas, se hacían mermeladas, bizcochos, pasteles etc. Ahora quedan muy pocas cosas caseras. Todo se hace en serie, en grandes cantidades y con muchos conservantes. Creo que en esta área hemos perdido muchas cosas buenas que deberíamos de retomar (Proverbios 31:15):”Se levanta aun de noche y da comida a su familia y ración a sus criadas”.

3. Un hogar hospitalario. En 1ª Timoteo 5:10:”… que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra”, las viudas lavaron los pies de los santos. Eso es hospitalidad, “buena acogida y recibimiento que se hace a los extranjeros o visitantes”, en otras palabras tener tu casa abierta y dispuesta a recibir a quien lo necesite. Es un área sin precio para practicar el amor y el testimonio cristiano. Mucha gente piensa que el ser hospitalarios es tener que preparar grandes comidas o banquetes, pero no es así, es dedicar tiempo y recibir en nuestro hogar a un hermano o hermana, o alguna persona que ni siquiera conocemos para hablar, consolar, testificar. Es muy triste ver cómo hay mujeres que nunca ofrecen su casa para reuniones o para recibir a alguien. Creo que casi todos los domingos en mi casa hay alguien a comer, y siempre que hemos tenido hermanos que se han quedado en casa a dormir hemos sido bendecidos. Creo que es un privilegio tener nuestros hogares dispuestos para ayudar a los demás (Proverbios 31:20):”Alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso”.


CONCLUSIÓN


Tenemos que ser mujeres sabias que edificamos nuestras casas (Proverbios 14:1). El ministerio de la mujer ha de centrarse en primer lugar en su hogar. Todo el pasaje de Proverbios 31:10-31, nos habla del equilibrio en la vida de la mujer. Dios nos ha hecho maravillosas, polifacéticas, prácticas, soñadoras, hábiles etc. Estos versículos forman un poema acróstico. La primera letra de cada versículo corresponde a las letras del alfabeto hebreo.


¡Mujer virtuosa! Contemplemos la personalidad de esta mujer. Es activa, voluntariosa, habilidosa y artista, generosa, caritativa, previsora, emprendedora, cuidadosa de su aspecto, sabia y misericordiosa. Pero la cualidad más maravillosa que tiene es que teme a Jehová, y ese es el principio de la sabiduría. Esta mujer virtuosa tiene todo un abanico de cualidades.


No quiero que nos deprimamos al ver que no tenemos las mismas cualidades que esta mujer. El Señor te ha creado como eres y eso no lo podemos cambiar, pero sí podemos poner los cimientos de nuestro carácter que es el temor a Jehová. Dios no se preocupa tanto de lo de afuera sino de tu espíritu interior. Lo que Dios valora en una mujer es un carácter afable y apacible (1ª Pedro 3:1-4). Fijaros que aquí Pedro está enseñando que la mujer tiene que ser decorosa, casta y respetuosa en su conducta, y modesta en su adorno. Dios mira el corazón y lo que realmente interesa es que reflejemos el carácter de Cristo. Pedro no describe la moda. La moda va cambiando, pero cada una sabe lo que es modesto o no. Quizás nunca hemos reflexionado en este asunto de la ropa, o no se habla mucho en las iglesias, pero incluso Dios se preocupa de cómo quiere que nos vistamos. Por lo tanto no le demos tanta importancia a lo externo sino al espíritu interno.


Según el diccionario “el carácter es el conjunto de cualidades psíquicas y afectivas, heredadas o adquiridas, que condicionan la conducta de cada ser humano distinguiéndole de los demás”. El carácter es lo que somos, los rasgos que definen nuestra personalidad. Lo que hacemos procede de lo que somos, es decir, actuamos de acuerdo a la clase de persona que somos.


A los ojos de Dios, nuestro carácter, nuestra estatura espiritual, es mucho más importante que las grandes cosas que podamos hacer. El carácter cristiano es humilde, manso, justo, misericordioso y limpio de corazón. El carácter básico de la mujer es entrega, sacrificio, ternura, comprensión y compasión.


Ahora bien, y para acabar ¿cómo se forma un carácter cristiano en la mujer? Buscando a Dios cada día, y obedeciéndole. No hay recetas mágicas, ni hay nada nuevo que se haya descubierto en el mundo cristiano, sigue siendo como siempre ha sido. Orad y velad, leer las Escrituras, aprenderlas, derramar vuestro corazón al Señor cada día y esa es la escuela mejor (la de las rodillas) para que el Señor obre y siga obrando en nuestras vidas.

Escrito por Pilar Herrera


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