Hechando fuera el Rencor

¡Dios les bendiga Amadas! 

Durante esta semana quisiera que reflexionemos acerca de ese obstaculo que impide que nuestra vida se perfeccione en Dios, el rencor. 

Y comenzaremos reflexionando con la Palabra que se encuentra en: 

"Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo." 

¿Te han dicho alguna vez lo reconrosa que eres cuando recuerdas y mencionas con molestia algo que te hayan hecho? Si la respuesta es sí, tal parece que has guardado en tu corazón cosas y sucesos que te han llevado a ser una persona reconrosa. Sucesos que te han llevado a tener un resentimiento que se ha arraigado como esas raíces que se entrelazan entre la tierra. Hay algo que provocó que el rencor se alojara en tu corazón y hoy se te hace difícil aceptarlo y aún se hace mucho más difícil sanar.

El rencor nos lleva a que guardemos por mucho tiempo una semilla que muestra sus raices cuando alguien o algo no los hace recordar. El rencor tambien se oculta bajo expresiones y actitudes que son la  evidencia que necesitas sanidad interior. 

Es por eso que la Palabra de Dios nos exhorta a quitar de nosotros, a arrancar de nuestro interior todas aquellas cosas que hacen crecer ese rencor, todas aquellas cosas que han provocado que aquello que para tí era tal vez insignificante y que piensas has olvidado, se ha convertido en una raíz amarga, difícil de estirpar.

La Palabra nos dice en Efesios 4:31; "Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia."

La palabra "quitese" nos dice que debemos "dejar de hacer" todas esas cosas que sabemos dañan y seguirán afectando de manera negativa nuestro corazón, que incluso nos han llevado a odiar y que al exteriorizarlas nos damos cuenta que afectan nuestra vida personal y espiritual.

No es hermoso, ni agradable que aquellos que esperan de nosotras palabras de aliento, de consuelo y palabras de fortaleza encuentren en mí algo que contamine para mal a otros, algo que sea la evidencia que necesito con urgencia perdonar. 

La Palabra dice en Romanos 12:9, "El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno."

El rencor es el resultado de una herida, es el resultado de una vida lastimada, sin embargo aquella mujer u hombre que busca su sanidad através de la Palabra de Dios será confrontado por ella y si la aceptamos y la vivimos seremos sanadas.

Y así nos lo dice Efesios 4:32, exponiendo la alternativa, la respuesta y el remedio para ser como Dios quiere que seamos ante una vida llena de rencores y amarguras: "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo."

Que hermoso es saber que Dios a través de su Palabra nos aconseja, nos instruye y  redarguye nuestras vidas para que seamos mejores creyentes, fieles e irreprensibles.

Es por eso que cada una de nosotras ante el rencor y la amargura podemos con la ayuda de Dios actuar con compasión demostrando y reflejando la bondad de Dios y así todas aquellas cosas negativas que han crecído en nuestro interior irán sanando y desapareciendo.

¿A cuantas se les ha hecho facíl ser amables con alguien que les ha hecho daño?, o ¿que por tí misma has pensado enfrentarte a esa persona y actuar con misericordia y con buen corazón? De seguro que no se ha hecho nada facíl, sin embargo a pesar del rencor o del dolor sabemos que la única manera para que podamos hacerlo es por medio del Espíritu Santo, es por medio de aquel que prometio que vendaría nuestras heridas y que sabe cuan necesario es que le permitas a él a que te dé el valor y el amor suficiente para perdonar así como él te perdono, para olvidar así como él olvido tus pecados y los echo en lo profundo del mar (Miqueas 7:19). 

Debemos recordar que la Palabra nos advierte contra los peligros del resentimiento y la amargura. Y nos lo advierte por que él sabe cuan vulnerable somos ante estos peligros. 

Así que mis amadas hermanas, en nuestra vida hemos dejado que malas cosas entren en nuestro corazón, cosas que han cambiado de forma negativa nuestras actitudes y no las hemos desechado porque simplemente pensamos que no afectan nuestra relación con Dios, pero no es así, hoy te digo que son obstaculos que te impedirán crecer, que delante de Dios se convierten en esa muralla entre el cielo y tus oraciones y que con ellas harás tropezar a otros.

El consejo final para esta reflexión es la siguiente: La sanidad ante todo rencor y amargura llegará y la sentiras cuando hayas perdonado, y de esta forma podrás con libertad actuar como lo dice Colosenses 3:12‭-‬13, "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros." Dlbm y adelante en el Señor.

Escrito ✍️ por Vaneliz Vales para