La Tendencia A Hacer El Mal

Unas de las mayores tentaciones con que nos enfrentamos día a día es con la tentación de hacer el mal. La naturaleza humana pecaminosa siempre tratará de impulsarnos hacer lo malo. El apóstol Pablo conociendo éste instinto del corazón, escribió a la iglesia en Roma y le dijo: “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres”. (Romano12:17)


El deseo de hacer el mal era parte de nuestro viejo hombre, del cuerpo de pecado en el cual vivíamos en otro tiempo antes de venir a Cristo. Pero viviendo en un mundo de maldad, regido por el diablo y sus demonios, donde las personas sin Cristo se deleitan de continuo en hacer el mal, el peligro de acostumbrarnos con la manera que el mundo vive y piensa es muy grande. El conformarnos al mundo puede causar que nuestro viejo hombre sea seducido a despertar y tomar el control que le había sido quitado cuando nos rendimos a Cristo.

Por este peligro Pablo en el capítulo 12 de la epístola a los Romanos, escribiendo sobre los deberes del cristiano, nos insta a no acostumbrarnos con lo que ellos practican sino transformarnos día a día a la semejanza de Jesús por medio de la renovación de nuestro entendimiento. Solo adaptando nuestra mente cada día con la Palabra de Dios podremos resistir la tentación de hacer el mal.

Sin embargo, la verdad es que aunque tenemos el mandamiento de no pagar mal por mal cuando nos sentimos ofendidas por alguien, sea un familiar, una hermana en Cristo, una vecina, una compañera de trabajo o de escuela, nuestro corazón tiene la propensión a pagarle el mal recibido con otro mal. Cuán difícil se nos hace seguir el mandamiento y pagar bien por el mal recibido cuando nuestro orgullo, nuestro amor propio nos grita que es nuestro derecho el tomar venganza.

Estamos en una guerra abierta contra el viejo hombre para no dejar que este nos domine, y contra los dardos inflamados del maligno que nos llegan incitándonos hacer el mal. No debemos dejarnos vencer por lo malo, debemos triunfar sobre ello en el Nombre de nuestro Señor Jesús.

Aunque nos hagan mal, aunque injustamente hablen mal contra nosotros, aunque nos maldigan y traicionen, no debemos dejar que nuestro corazón se incline hacer el mal y a ceder al deseo de querer vengarnos por el ultraje recibido. Debemos recordar que la Biblia nos dice: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. (Romanos 12:19)

Querida hermana, quizás estés siendo blanco de la difamación, te sientes traicionada y ultrajada sin razón. Tu corazón está triste y en tu dolor estas siendo tentada a hacer el mal, recuerda la Palabra: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” ¡Amén!

Autora; Dámaris Yrion