La Dicha del perdón
“Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah” Salmos 32:5
Que feliz nos sentimos cuando por alguna razón nos equivocamos y no actuamos de la manera correcta, ofendiendo o haciendo sentir mal a otra persona y cuando nos damos cuenta de lo que hemos hecho, sentimos un pesar, una culpa que nos quita el ánimo, y nos llena de tristeza por lo que hemos hecho. Entonces decidimos ir a pedir perdón y si somos perdonados, es como quitarse un gran peso de encima y nos sentimos contentos aliviados y libres de toda culpa porque todo se arregló.
El salmista comparte su experiencia de haberle fallado a Dios, de sentirse culpable, dolido, entristecido por lo que había hecho y de ser perdonado por El. David dice que siente felicidad y paz la persona a la que se le perdona su pecado, y se le quita la culpa de lo que hizo.
Así de grande y puro es el amor de nuestro Dios, su misericordia y su perdón es grande para con nosotros.
Lo mejor que podemos hacer cuando le fallamos al Señor, es ir humilladas ante su presencia, reconocer lo que hicimos mal, pedirle que nos perdone y decidir no hacerlo más.
Es en ese momento que sentimos paz en nuestro corazón, el saber que Dios nos perdona, nos libera de toda culpa y está dispuesto a restaurarnos.
No permitamos que el enemigo, ni pensamientos contrarios nos hagan sentir que Dios no nos ha perdonado. El perdón de Dios es suficiente y real en nuestras vidas, así que somos perdonadas no para volver a hacer lo mismo que nos hizo fallar, sino para que nos levantemos y dejemos que Dios restaure nuestra vida.
El nos creó, es nuestro Señor y Salvador y quiere que sigamos creciendo en él, que demos pasos de fe que nos acerquen cada vez más a su voluntad, así que no nos vamos a detener por pensamientos o personas que tratan de entristecernos haciéndonos sentir que Dios no nos ha perdonado.
Te invito a que si entiendes que has fallado a otras personas, o a Dios, no dudes en pedir perdón. No dejes problemas ni situaciones sin resolver. David dice “mientras callé, se envejecieron mis huesos. Eso es verdad, mientras vivamos en esa condición nuestra vida se va afectando y se aleja de las personas que amamos y de Dios.
La palabra nos dice en 1 Jn 1:9 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.
Que el Señor nos ayude a siempre reconocer cuando fallamos e ir delante de él en humillación para alcanzar siempre la dicha y la paz que da su perdón.
Dios te bendiga!!
✍️ Escrito por Sylvia Rivera para
Mujeres a los pies de Jesús ©️
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