Cuando brota la amargura

Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados (Hebreos 12:15).

El diccionario define amargura como, sentimientos que provoca tristeza, dolor, preocupación, desazón o malestar. Esta puede ser provocada por diferentes situaciones en las cuales, las personas, consciente o inconscientemente, nos hacen sentir mal, nos hieren, tratan de hacernos daño, etc...

Si nosotros no trabajamos con esos sentimientos que nos invaden, poco a poco esa amargura le va abriendo puertas al enemigo. Si amadas hermanas, esos sentimientos va a ejercer influencias en nosotras para que actuemos con venganza, para que hablemos con palabras hirientes y ofensivas, para que paguemos mal por mal. 

Si no controlamos esos sentimientos, no sólo dañamos nuestro corazón, sino que dañamos el corazón de otras personas, tratando de que sientan lo mismo que nosotros sentimos. Que triste estar en esa condición, que no nos deja ver la realidad y el daño que nos hacemos.

El salmista había pasado por un momento así, y dijo: “Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía; era como una bestia delante de ti (Salmos 73:21, 22).

Sabes que cuando le damos rienda suelta a la amargura y al resentimiento, esta nos impide ver con claridad lo que nos está pasando, nos impide que podamos analizar con justo juicio y mucho menos que podamos perdonar. 

Debemos entender que guardar esos sentimiento en nuestro interior, nos llevarán a la muerte espiritual, no creceremos, al contrario cada día que pase, nos sentiremos secos, vacíos de amor, de perdón y de misericordia, y eso cada día nos aleja más de Dios y de su voluntad. 

Muchas veces vienes sentimientos de tristeza, de frustración, de dolor, pero hacemos mal cuando los guardamos en nuestro corazón. Dios nos ayuda por medio de su palabra para que nos fortalezcamos, para ser restaurados por el y podamos perdonar al que nos hiere y nos hace mal. 

Yo quiero alcanzar la gracia de Dios, yo  quiero tener un corazón libre de amarguras y resentimientos, libre de enojos, y lleno de amor, y de perdón. Así que no voy a permitir que esos sentimientos se adueñen de mi corazón y dañen mi relación con Dios y quieran quitarme La Paz y la alegría que solo El da. 

Sigamos siempre haciendo la diferencia, que el Señor nos ayudará a seguir adelante, y nos dará fuerzas para hacer lo que es correcto.

Dios te Bendiga!!

Escrito por Sylvia Rivera para