Preparando el terreno para la buena semilla

El Señor Jesus, utilizaba las parábolas para explicar con más facilidad las verdades del reino de Dios. Sus enseñanzas incluían cosas de la vida diaria como la agricultura. 

Hoy hablaremos acerca de la parábola del sembrador. Esta parábola es clara y sencilla, Jesús se encargó de explicarla para que entendieran su significado. 

Jesús resalta la importancia de escuchar con atención, escuchar correctamente la palabra de Dios para poderla entender. En otras palabras necesito tener mi mente con una actitud positiva, receptiva hacia la palabra. 

La semilla de la cual se habla aquí es la hermosa palabra de Dios. El sembrador es aquel que predica la palabra de Dios y el terreno donde cae la semilla, es el corazón del  que escucha la palabra. 

Sabemos que la vida del ser humano es como un terreno. Existen diversas clases de terreno espiritual, por eso es que vemos cómo muchos rechazan la semilla del evangelio y por otro lado vemos cómo aquel cuyo terreno es fértil, germina la semilla y da frutos. 

El no tener unas convicciones firmes, falta de firmeza, el afán de este siglo y el engaño de las riquezas, evitan que la buena semilla germine y de fruto en nosotros. 

La semilla que cayó en buena tierra dio fruto, aquí se refiere al que escuchó y entendió la palabra de Dios y creyó en su corazón. Es importante que entendamos que no se nos dice que está tierra no tuviera piedras o espinos, sino que no había nada que estorbara el crecimiento de la palabra de Dios. 

Es importante que entendamos que el cristiano espiritual, el de terreno fértil, no es aquel que no tiene problemas, obstáculos ni tentaciones, sino aquel que al oír la palabra de Dios que ministra a su corazón, toma la decisión de seguirle y de hacer su voluntad. 

Así que, hoy es un buen día para preparar el terreno de  nuestro corazón para recibir la palabra de Dios. Tenemos la mejor semilla, la que viene del cielo, solo faltan terrenos preparados para que caiga, germine y de fruto como así Dios lo quiere.

Dios te Bendiga!

Escrito por Sylvia Rivera para